Han bajado líneas y órdenes, para guardar silencio e ignorar lo aberrante de una situación que de hecho y derecho con las comunidades de Naguanagua atenta contra la política de crecimiento sostenible posible y sustentable: garantizar a las futuras generaciones lo que es un árbol y su entorno como ecosistema.
Queda prohibido el debate público transparente y democrático, las declaraciones en defensa de la Pachamama y contra la crisis climática son para los eventos internacionales y coloquios donde se muestra otra cara a pesar del Arco Minero como testigo acusador.
Un espectro recorre al país, el de la plena corresponsabilidad de una conciencia ecológica no atada a ningún interés económicos de la llamada ecología verde del capital.