Sáb. Oct 12th, 2024

¿El fin de la globalización?

Fin de la globalización

José Hernández B. “El Profe Cheo”


A principios del presente siglo, la globalización era consideraba por muchos, no solo una realidad innegable, sino también un destino natural e inexorable para la humanidad.

La caída del muro de Berlín, la desintegración de la URSS y con ello, de todo el bloque socialista del este de Europa; además del fin de la denominada “Guerra Fría”; se interpretó y vendió como la victoria definitiva de Occidente y, en consecuencia, de todos sus valores, iniciándose de inmediato el establecimiento de un orden mundial unipolar, con Estados Unidos como el líder indiscutible de este cambio de paradigma global.

Dichas pretensiones imperiales se pusieron en prácticas a través de diferentes estrategias diplomáticas comerciales y propagandistas, pero tuvo su punto clímax a partir del ataque a las Torres Gemelas en septiembre de 2011, hecho que sirvió de pretexto o detonante para el inicio y desarrollo de manos de EE.UU. y sus aliados, de la llamada «guerra preventiva» o «guerra contra el terrorismo», justificando así la invasión a Irak en el 2003 por parte de una coalición occidental, so pretexto de estar fabricando armas de destrucción masiva (ADM).

Arturo Escobar en su libro: «Más allá del Tercer Mundo. Globalización y diferencia»; señala que este despliegue injustificado tuvo dos motivos: “primero, la voluntad de usar niveles de violencia sin precedentes para aplicar una dominación de corte neoliberal a escala global; segundo, la unipolaridad del sistema-mundo actual”; hoy plena decadencia.

Dos décadas después, el proceso de globalización lejos de haberse fortalecido, se observa cada vez más inestable, mostrando periódicamente en cada crisis, la vulnerabilidad de sus premisas, al punto que, algunos autores como Solana González y Mínguez Fuentes, “sostienen que estamos asistiendo a un proceso de desglobalización.” A la crisis financiera de comienzo de siglos (concretamente a partir de 2008) se sumó la pandemia mundial por COVID-19, cuya su sobrevenida aparición, provocó una significativa perturbación en los flujos globales de personas, bienes y servicios.

Las restricciones a la movilidad dificultaron el transporte de mercancías, provocando una caída de aproximadamente el 17,7% en el comercio mundial de bienes en el año 2020, según datos de la CEPAL.

Como consecuencia, muchos países comenzaron a cuestionar la dependencia de los flujos globales, considerando otras estrategias que permitan el desarrollo de la industria nacional o la construcción de cadenas de suministro regionales, menos vulnerables a estas crisis periódicas.

Es hacia esa táctica de carácter estratégico donde Venezuela está intentando posicionarse, valiéndose de su privilegiada ubicación y sus recursos energéticos, entre otros.

Otros ejemplos emblemáticos de eventos o crisis periódicas que suelen afectar el proceso globalizador, los encontramos en la guerra en Ucrania y el giro en la política monetaria de EE.UU.

En el mismo sentido, vale señalar el reciente conflicto desencadenado en el Mar Rojo entre las Fuerzas Rebeldes Hutíes y las potencias occidentales que apoyan el genocidio del pueblo palestino a expensas de Israel.

Este enfrentamiento ha provocado una subida de los costes de transporte de ciertos productos, aumentado en consecuencia para las empresas los costes de producción, distribución y, al mismo tiempo, poniendo en riesgo el suministro de insumos indispensables para la subsistencia básica de muchos países; puesto que la ruta del Mar Rojo es considerada una de las de mayor importancia para el transporte de alimentos, como trigo, maíz y arroz, amén de importantes metales para uso industrial y el codiciado combustible: petróleo.

Lo señalado anteriormente, constituye una muestra de algunos aspectos del contexto geopolítico actual, a partir de los cuales puede deducirse que, el proceso denominado globalización, lejos de considerarse fortalecido, muestra evidencias de fragilidad que han trastocado “el equilibrio” de poderes de la geopolítica mundial o, en todo caso, el orden que ha estado tratando de imponerse y consolidarse desde la última década del siglo pasado, para el cual se desarrolló un narrativa, un discurso cargado de eufemismos, promoviendo y justificando dicho orden y sus nefastas consecuencias y sus nefastas consecuencias para el mundo y especialmente nuestra región.

Por esta y otras razones, es imperativo discutir y someter a crítica, la validez de las premisas que sustentan el discurso de la globalización, considerándolo una herencia de la tradición eurocéntrica moderna.

En tal sentido, vale afirmar que el orden internacional establecido se basa en dos premisas fundamentales: la eficacia del sistema capitalista y la democracia liberal burguesa como el sistema sociopolítico más perfecto.

Sin embargo, en la actualidad, ambas premisas resultan cuestionables, al punto de presentar incoherencias e inconsistencias cuando tratan de dar cuenta de sus promesas y expectativas, en el marco de los acontecimientos acaecidos en los últimos años.

La emergencia de nuevas potencias no occidentales y su organización en Bloques Económicos multicontinentales (Caso BRICS), desafían el liderazgo de Estados Unidos y están forzando un cambio radical en las relaciones de poder que pudiera consolidarse en pocos años. Por otro lado, la prolongada crisis financiera iniciada en 2008, demostró que el capitalismo es un sistema frágil, con brechas o fisuras que se convierten en verdaderas amenazas a la estabilidad social y política planetaria. El aumento de la desigualdad social, incluso dentro de los países capitalistas del “Primer Mundo”, está generando un mayor descontento en la población.

La enorme desigualdad económica, la corrupción rampante y la aparición de nuevos movimientos fundamentalistas plantean serios desafíos a la democracia.

En este contexto, es probable que la globalización, tal como la conocemos, se transforme en un sistema multipolar, se derrumbe por completo o, incluso, surja “una nueva forma de globalización;” lo que es posible a partir de hechos contradictoriamente favorables a la misma, en medio de su crisis; como lo son: la digitalización en el comercio de servicios y la apertura de nuevos países asiáticos y africanos al comercio internacional. Volveremos sobre este tema.

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El prof Cheo / fuerza24

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