Por: Irán Aguilera
Con la aprobación en primera discusión por parte de la Asamblea Nacional (AN) del Proyecto de Ley contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares, el Pueblo venezolano tendrá la posibilidad de dotarse de un instrumento legal, muy eficaz, para preservar la convivencia pacífica, la paz y la tranquilidad pública, asegurándose un nivel superior de pleno ejercicio de sus derechos democráticos.
Llegó la hora de echarle un parao definitivo a las acciones de odio, violencia e intolerancia, con las que recurrentemente se manifiestan algunos sectores, generalmente identificados con la extrema derecha, los cuales tienen un largo prontuario por violaciones de los derechos humanos contra quienes no comulgan con sus procederes antidemocráticos y, no pocas veces, antinacionales.
El país ha sido testigo y víctima de acciones terroristas, guerra psicológica, chantajes, amenazas, racismo, misoginia, linchamientos, asesinatos (aquí se cuentan quemas de gente viva por el color de la piel o sospechas de posturas políticas, o guayas que degollaban jóvenes motorizados), etc., nefastas categorías que caracterizan al fascismo clásico y hoy al neofascismo y sus similares.
Con esta iniciativa legal nos incorporamos con acciones concretas a lucha que se libra a escala mundial contra el fascismo, pues este pretende arremeter contra los pueblos del mundo en momentos de profunda crisis del sistema capitalista global.
“… Venezuela nuevamente juega un rol histórico a favor de la paz mundial y a favor de la paz del Pueblo venezolano”, expresó la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez, al presentar el mencionado proyecto de ley ante la plenaria de la AN. Llamó a trabajar con ahínco para detener el fascismo que es un peligro real para la humanidad.
No es como tratan de hacer creer algunos, con intenciones malsanas, que el fascismo es un comportamiento político de derecha o de izquierda.
¡No señor!, si revisamos la historia encontraremos que el fascismo es una tendencia política exclusiva de la extrema derecha.
Donde quiera que aparece el fascismo lo hace para enfrentar con brutalidad a las ideas del progreso social; y como los derechos sociales conquistados por los pueblos les resulta repugnantes donde conquista el poder desata una feroz represión contra la izquierda, contra toda organización popular y democrática, incluso llega hasta perseguir a socialdemócratas y cualquier sector político que exprese alguna tímida aspiración democrática .
La diferencia con el fascismo criollo es que este es una prolongación, en grado de subordinación, del fascismo instalado en la Casa Blanca, y este en esencia es el mismo fascismo de Adolf Hitler, aquel que se apuntaló mediante la fuerza del gran capital financiero como lo denunció Jorge Dimitrov en su momento.
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Barcelona/Edo. Anzoátegui