Tras abordar a eso de la 8:30 A.M., la unidad “trasporte público” de la intolerable línea Las Palmitas, durante el recorrido, desde La Isabelica, hasta el teatro municipal de Valencia, donde estaba previsto el encuentro de la Comunicación Digital popular a objeto de analizar y tomar acciones ante la campaña mediática y telemática que procuraba intolerancia y desestabilización violenta en Venezuela, se presentaron dos situaciones que concretaron dos conductas contradictorias pero altamente interesantes, a continuación se las narro.
La primera está relacionada con la tradicional conducta de un colector, esta vez se trató prácticamente de un adolescente con cara de niño bravo, que cubre la ruta La Palmita-Av. Lara; éste se disgustó conmigo porque le entregué 6,00 Bs. ejerciendo mi derecho preferencial del pago de pasaje urbano, de acuerdo a la gaceta oficial; el muchacho no conforme me indica que debo pagar los 13 Bs completos. Yo, en ejercicio de mi derecho le riposté que la exoneración del pasaje para las personas adultas mayores está contemplada en la gaceta que regula la materia.
Ante la respuesta inesperada el chamo, creyendo en su habilidad intimidatoria o capacidad de persuasión se impondría, me indica que le muestre el carnet de la alcaldía, a lo que le respondí y neutralicé: “…mira hijo, si saco el carnet, no te pago nada porque así lo contempla la gaceta…” sugiriéndole, mensaje a García, que la buscara y la leyera.
A todas estas, sin hacer mayor bulla, el colector, en su empeño de viveza al sentirse sin argumentos, siguió con rutinaria forma de imponerse, pues, a las personas que le pagaban con un billete de 20,00 Bs. solo les devolvía 5,00, es decir, les cobraba 15,00 en vez 13,00 como igual lo contempla la gaceta.
Llegando a la parada Plaza de Toros, se presenta la segunda y, tal vez increíble, interesante situación.
Una jovencita, luego de recorrer el trayendo desde donde se montó en la buseta en compañía de su madre, celular en mano y haciendo uso de sus flamantes y personales audífonos que la aislaban del mundo real, justo al momento cuando la mamá pide parada para bajarse, la niña se desvanece ante un bajón de tensión; por supuesto, estando la buseta llena de pasajeras y pasajeros y un buen número prestos a bajarse en esa bien transitada parada, entre los nervios de quienes buscan bajar y otras subir, se confunden las alternativas.
Alguien conocedor de la zona refiere que cerca hay un Centro de Diagnóstico de Integral de Barrio Adentro, sí, justamente en la Avenida Las Ferias, ojo, antigua Avenida Bolívar Sur. El chofer de la buseta, sin pensarlo mucho dijo, y lo hizo, pidiendo que todos se sentaran, arrancó y comiendo flechas llegó al Centro de Diagnóstico Integral (C.D.I)
Un pasajero, haciendo lo propio, muchos creímos que se trataba de su papá, tomó a la jovencita en sus brazos seguido por la madre y la llevó al C.D.I. afortunadamente este se encontraba funcionando.
El colector, sí, el controversial chamo, se fue tras el señor y la jovencita hasta el centro de salud, a los pocos minutos regresó con la buena nueva: a la desmayada la atendieron enseguida, mientras el chofer, mostrando un espíritu solidario, se aguantó un rato frente al C.D.I.
Pasaron unos minutos y el señor regresó solo a la buseta mientras informaba que la niña había reaccionado positivamente, fue en ese momento en el que nos percatamos que no era pariente, pues, agarró sus pertenencias que había dejado y el chofer arrancó en su ruta por toda la Av. Las Ferias.
Ante esta inesperada conducta del colector, pues, picado como estaba con él, era el momento, lo toco por el hombro y le digo: menos mal que no quemaron el C.D.I. y él me respondió: sí, menos mal.
Allí fuimos felices hasta llegar a la Av. Lara, donde tal vez seguirá la rutina de escamotear con el precio del pasaje.
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Gustavo C. Vásquez Q.