Estimadas y valiosas personas con historia de aportes útiles, en desafortunados momentos de quebrantos de salud, muchas veces de pronósticos reservados y gravedad, acuden a las ya famosas terapias «naturistas».
Esta visitas las realizan curiosamente motivadas por una conciencia entremezclada de rechazo al mercantilismo de las despiadadas corporaciones de la farmacéutica crematistica internacional, una fe medieval, desespero e imposibilidad económica de acceder a los tratamientos de la ciencia y confianza ciega en la tradición «yerbatera», acuden a curanderos, autodenominados «naturistas» con secuelas nocivas y hasta letales.
Al parecer el mito alquimista de la «piedra filosofal» un especie de talismán «curalotodo» sigue ejerciendo su fascinante poder.
No se trata de negar los incuestionables beneficios preventivos de los tratamientos tradicionales, incorporados en la China moderna en sus facultades de formación médica. La cuestión radica en prevenir a los ingenuos de la irresponsabilidad de los autodeclarados «sanadores» con fines especulativos.
Así las cosas, se «receta» cualquier sustancia que a juicio del «naturista» restablezca al paciente, como la «Creolina» poderoso desinfectante de superficies Anti-plagas, orina, pólvora, agua de mar, baños con saumerios, Cocuy de penca, magnetismos, oraciones, sancochos de zamuro, chimó o cualquier fetiche engendrado por la conciencia mágica que a todos invade y por supuesto, a precios populares .
Si algo motiva esta ulcerante práctica es la especulación astronómica y ultrajante de la deshumanizada ciencia médica.
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Douglas Morales Pulido.
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