Sáb. Abr 27th, 2024

Ideología y bienestar… he allí la contradicción

Silvio Rodríguez

Opnión: José Hernández B. “El Profe Cheo”


La cita que hoy plasmo en la columna como epígrafe, la tomé de un pequeño escrito del cantautor cubano y nuestro americano, Silvio Rodríguez; nota o artículo que corrió en las redes a finales del pasado mes de diciembre y comienzos del 2024; titulado: Nueva etapa de la revolución.

Apenas lo leí comencé a compartirlo, dada la extraordinaria síntesis en la que el poeta devela una contradicción fundamental de toda revolución; el debate sobre lo que debería ser la mayor preocupación de un proceso revolucionario; la ideología o el bienestar de la gente.

Inmediatamente no faltaron los comentarios e interrogantes; no es cualquier cosa que Silvio haga tamaña y seria afirmación. “Interesante escrito”, comentó alguien, e inmediatamente agregaba: “sería bueno saber cuándo lo escribió”. Otra persona preguntaba: ¿Eso es de ahorita? Ante estas inquietudes, busqué en las redes y resultó que, el inquietante escrito estaba fechado el 23 de diciembre de 2023.

No se trataba de algo viejo traído al momento actual, sino de una glosa muy reciente que devela qué inquieta al artista (líder político) y a la sociedad cubana en general, en este momento.

Ahora bien, traigo a colación el referido escrito porque, lo que preocupa y ocupa a la dirigencia revolucionaria cubana, debe ocupar a todo dirigente en cualquier país donde se esté intentando desarrollar una revolución política y social, más aún en aquellos donde dicha revolución, es gobierno.

Silvio refiere como el propio Fidel después de la desintegración de la URSS, afirmaba a un periodista estadunidense que “nuestro modelo ya no nos servía”, demostrando así el valor y la autenticidad que lo caracterizaba, al reconocer su inexperiencia de los primeros años. No obstante, Fidel “nos dejó un decálogo presidido por la afirmación de que Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Al respecto, invito a revisar el concepto de Revolución de Fidel Castro Ruz.

Ya más cercano al ocaso de su fulgurante vida, Fidel admitía haber cometido un error: “creer que había un camino hacia el socialismo”.

Ambas infidencias del líder antillano y universal, deben llamar nuestra atención, sobre todo la de aquellos pseudos dirigentes que no superan el manual de Marta Harnecker y quieren explicar los procesos sociales e históricos, a partir de frases traídas por los pelos.

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Pero también debe llamar la atención de quienes, desde significativos puestos de dirección en el partido y de gobierno, creen que es posible conducir una revolución, sin leer, sin estudiar, a punta de facebook, Instagram, «X», o cualquier otra red social. Claro que las redes son importantes, más aún, son fundamentales y de primer orden, pero sin estudio, no dan para mucho, por lo menos no alcanzan lo que perdura.

De modo que, como afirma José Martí: “Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada (…) las armas de juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras” y, desde dichas trincheras, es imperativo revisar permanentemente el socialismo como fundamento ideológico de nuestro proceso.

Para 1965, el Comandante Ernesto “Che” Guevara, nos advertía: “El socialismo es joven y tiene errores. Los revolucionarios carecemos, muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesarios para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por métodos distintos a los convencionales y los métodos convencionales sufren de la influencia de la sociedad que los creó.”

¿Cómo hacernos de los conocimientos y la audacia necesaria para impulsar y dirigir una revolución? ¿De qué manera podemos superar los métodos convencionales? ¿Qué hacer para no terminar adoptando los métodos ya viciados del enemigo?

Encontrar las urgentes respuestas a estas interrogantes, debe ser nuestra tarea primordial en los tiempos que corren. El enemigo es hábil, no descansa, es astuto y dispone de infinitos recursos para, no solo frenar los avances y logros materiales que la revolución socialista puso a disposición de la gente, sino que, además, puede convencer al pueblo de que la propia revolución es la responsable de que ya no tenga tales avances y logros; de su declive económico.

Así las cosas, toca ser astutos e inteligentes en la manera de estructurar el discurso y vincularlo a la acción concreta, porque como sentencia “El Che”, “las palabras que no se compaginan con los hechos, no tienen sentido”; o lo que es lo mismo en el evangelio: “…por los hechos los reconoceréis”.

Nuestro hilo discursivo no puede estar dirigido a defender una ideología a punta de frases, eslogan y arengas; debe ir más allá, tiene que ser capaz de mostrar las relaciones causales y a su vez proponer soluciones concretas expresada en términos materiales.

En tal sentido, y volviendo a Silvio, “no hay ideología que se sostenga sin bienestar” y todo lo que hagamos al respecto, es lícito; todo lo que se encamine a recuperar el derecho de nuestra gente a comer, vestir, tener un hogar, educarse, cubrir sus necesidades básicas, es imperativo.

Encaminarnos hacia ello, pasa por superar el lamento, “ponernos por encima de los traumas y condicionamientos”, lo que, como señala Silvio, no implica olvidar, ni negar nuestros principios ni los valores de la ideología que legítimamente defendemos y propiciamos; sino enfrentar la canalla y “superar aquello con acciones regeneradoras”.

En el año que recién comienza, debemos enfilar todas las armas y recursos, especialmente las armas del pensamiento y la acción, hacia una primera y fundamental meta (para seguir citando textualmente a Silvio) “…por simple, por incompleta que pueda parecer. El bienestar del pueblo”. Termino afirmando algo de lo que estoy plenamente convencido: “No solo de pan vive el hombre”; es cierto; pero el otro alimento pierde valor o es imposible de asimilar, si no va acompañado del pan.

Continúa leyendo esto: ¿El fin de la globalización?

Fuerza24

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