Motopiruetas… del deporte extremo al irrespeto a la vida

Autor: José G. Hernánde Brizuela. «El Prof.Cheo»

@MOTOPIRUETASLANUEVAESCUELA

La frase que nos sirve de epígrafe y que puede ubicarse en las redes, casi siempre acompañada de una de iconografía de acrobacia en motos, da luces sobre alguna de las motivaciones que hoy en día impulsa o motiva a muchos adolescentes y jóvenes, a practicar la disciplina de las Motopiruetas; la necesidad de hacerse sentir, de ser visto, de ser tomado en cuenta.

No obstante, estamos frente a un fenómeno social que amerita nuestra atención, más allá de la simple estigmatización y descalificación de las y los que practican dicha disciplina.

En la Venezuela actual, la práctica de las llamadas «motopiruetas» ha cobrado auge sin precedentes, generando un debate social y político sobre su naturaleza y las consecuencias que acarrea.

Este fenómeno que emerge en diferentes puntos del país, haciéndose presente mediante “reels” o videos en las redes sociales, no implica una simple acción individual. Todo lo contrario; se trata en primera instancia, de un asunto que involucra la seguridad vial, la salud pública e indiscutiblemente la responsabilidad ciudadana.

En efecto, la práctica de acrobacias en espacios y vías públicas, no solo pone en riesgo la seguridad de quienes las ejecutan, sino también a todas y todos los usuarios de dichos espacios, incluyendo peatones o transeúntes, ciclistas y otros conductores.

Una primera mirada al fenómeno, puede considerarlo como una desviación, o en todo caso; una disminución de ciudadanía, especialmente cuando se realiza en espacios clandestinos.

No obstante, es posible considerar que las acrobacias motorizadas y otros actos de riesgos practicados principalmente por persona en edad juvenil, sea un síntoma de algo que va más allá de la simple acción.

En las próximas entregas compartiré por este medio, ciertas acciones de éste humilde servidor, dirigidas a tratar de analizar el fenómeno de las motopiruetas, tomando como referente el contexto venezolano en los últimos años. Al respecto, planteo describir la problemática desde una perspectiva que la sitúa como un asunto de salud pública y de preocupación ciudadana, examinando las repercusiones sociales, así como las medidas necesarias para abordarla de manera integral, desde un enfoque crítico, indagando sobre la posible implicación de esta práctica con aspectos inherentes a la industria cultural.

En este sentido, es necesario nombrar características del mencionado fenómeno, que contextualizan el mismo.

Contrario a lo que se cree, la preocupación por el aumento continuo de accidentes de tránsito, no es un asunto reciente en el contexto venezolano, pues para el año 2009, la documentación expuesta en eventos internacionales, señalaba que Venezuela ocupaba el quinto lugar de los países de América y el décimo cuarto en el mundo, por muertes en accidentes viales. Transcurrida más de una década, la perspectiva sigue en aumento.

Al respecto, es posible señalar la existencia de varias razones o motivos significativos de carácter objetivo, que contribuyen a este hecho; a saber: el aumento del comercio internacional, principalmente con China, lo que ha incrementado la importación del gigante asiático hacia nuestro país de motocicletas, además de piezas y accesorios para las mismas.

El segundo motivo está referido a la legislación venezolana en relación al tránsito terrestre. Las normas viales en Venezuela se pueden calificar de letra muerta, dado que son incumplidas o desconocidas por los ciudadanos y las autoridades.

La mayoría, además de estar desactualizadas, son víctimas de una mora legislativa en materia reglamentaria, pues la ley vigente carece de reglamento.

A estos dos importantes motivos de orden comercial y legal, podrían sumarse un tercer y cuarto motivo. La merma en el suministro de gasolina, como efecto de las medidas coercitivas unilaterales (mal llamadas sanciones) que EE.UU. ha impuesto al Gobierno del presidente Nicolás Maduro, obligando, entre otras medidas; a un aumento significativo del precio del combustible y, por ende, a la migración de muchas personas, del carro a la moto, a fin de alcanzar mayor rendimiento en su movilización, a menos costos.

De igual manera, el aumento exponencial de la importación de motos, dada la altísima demanda, así como la fabricación de las mismas en el país, generó un mercado muy competitivo que cada día da mayores facilidades para adquirirlas, lo que ha permitido que un mayor número de personas compre motos, incluyendo adolescentes y jóvenes menores de edad, sin documentación alguna.

Ahora bien, a las razones de carácter objetivo señaladas anteriormente, es posible agregar una cuarta, la cual está inserta en el plano de la subjetividad: es la referida a la responsabilidad y prudencia que debe caracterizar al conductor de cualquier vehículo automotor. Efectivamente, cuando ocurre un accidente vial, la opinión publica reflejada en los medios de comunicación o comentada de boca en boca, recae inmediatamente en la descripción de los factores, aspectos y/o características individuales de los involucrados.

En la próxima entrega, comentaré algunas consideraciones sobre el qué y el porqué de este fenómeno que hoy inquieta a gran parte de la población; ello con la intención de aportar al debate y sus implicaciones, sin que, para nada, sea mi intención estigmatizar a quienes practican motopiruetas y menos aún al significativo sector de las y los motorizados, quienes, en su mayoría, brindan al país con su trabajo, un importante aporte social y económico.

Continúa leyendo esto: Ideología y bienestar… he allí la contradicción

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